Conozcamos la estrategia

Cada vez que leo o escucho a Durán Barba no puedo evitar admirar su inteligencia. Sí, hizo que gane Macri, pero eso no lo convierte en un idiota digno de su gabinete, sino todo lo contrario. Jaime Durán Barba es un asesor político reconocido en toda Latinoamérica, que es Licenciado en Filosofía, posee dos doctorados (en Derecho y en Historia), y una maestría en Sociología. Es un excelente analista, sabe leer la voluntad popular como nadie y utilizarla en favor de sus candidatos.

Lo más curioso es que él no tiene ningún tipo de pudor en expresar su pensamiento y su estrategia: Sabe que por más que explique que todo lo que hacen sus candidatos está programado en función de un plan cuidadoso (y que, por lo tanto, no obedece a razones honestas) a la gente parece no interesarle. Sabe que la gente difícilmente gusta de cambiar de opinión, porque para la gente cambiar de opinión es una debilidad, es contradecirse, es no tener principios.

En todo el círculo de Durán Barba, el único que habla con honestidad es él mismo. Evita tomar partido por sus propios candidatos, e incluso ha hablado bien de Néstor y Cristina Kirchner y, en otros contextos, de Hitler y Stalin. Tratarlo con condescendencia es un grave error: se trata de un hombre muy capaz.

En una entrevista para La Nación, reconoce pertenecer a la corriente de Joseph Napolitan, asesor norteamericano. He aquí alguna de sus estrategias (seguramente las menos importantes), que ha revelado, junto con los «tips» más importantes para Napolitan:

  • Invoque a los sentimientos, no a la razón: El principal fuerte de Macri. «El cambio», «La alegría», «Unir a los argentinos»… Todos eslóganes vacíos que nos venden sentimientos, sensaciones, abstracciones que podemos llenar con lo que querramos. Para cada votante la palabra «Cambio» tiene un significado diferente, siempre positivo.
  • Debe decir la verdad: Algo novedoso que Macri usó en su campaña, al advertir la devaluación por anticipado, algo que nunca se había hecho y que le da un peligroso respaldo de cara a su gobierno, para hacer lo que quiera con nuestra economía.
  • El efecto del “voto al ganador” no existe: El principal error de Scioli fue considerarse ganador. La gente no tiende a votar al presunto ganador. De hecho, ocurre lo contrario. Los seguidores de un candidato que no tiene la victoria asegurada suelen trabajar más, mientras que los seguidores del candidato que tiene las elecciones ganadas tienden a confiarse y se movilizan menos.
  • Nunca hay que subestimar a la inteligencia de los votantes ni sobreestimar la cantidad de información a su disposición: En palabras de Napolitan, «El electorado no es estúpido. Pero a menudo no tiene información suficiente a su disposición para tomar la decisión correcta, es decir apoyar a nuestro candidato. No es responsabilidad suya buscar y obtener esa información; es nuestra responsabilidad ofrecérsela, en bandeja de plata si es necesario.» Cae de maduro que estamos hablando de Clarín y su inmenso aparato mediático.
  • Debe atacar al oponente un tercero: Es preferible que el candidato no ataque a su oponente en spots de radio o televisión; es preferible presentarlo como un tipo simpático. De los ataques se encarga un tercero (es decir, nuevamente, el Grupo Clarín).
  • La percepción es más importante que la realidad: «Si los votantes creen que el candidato X es un hombre honesto, éste puede robarles sus carteras y salir bien librado; si creen que el candidato Y es un ladrón, será inútil que cuatro cardenales y 16 obispos testifiquen a su favor.»
  • Las cosas menores a menudo son importantes: Cifras como miles de millones o billones significan poco para la mayoría de la gente. Para llegar a la mayoría, hay que tener en cuenta su nivel de comprensión. Por ejemplo, hablar de que los presos cobran sueldos, o de los famosos «ñoquis» del gobierno anterior, para que los votantes se sientan indignados con una realidad que les es más tangible.
  • Haz campañas negativas que sean eficaces: «Como  muchos asesores, creo que actualmente hay demasiadas campañas negativas, y las razones son fáciles de entender. Es más fácil hacer que la gente vote contra alguien que hacer que voten por alguien.»
  • Domina el medio dominante: Nada que agregar.
  • Al 80% de la gente no le interesa la política: Y Macri hizo usufructo de esto.

Además de esto, ya son conocidas las declaraciones de Sturzenegger, donde admite sin ningún pudor que los candidatos no deben proponer nada, sino hablar de cualquier otra cosa. A todos los que pensamos nos indigna esto, pero es hora de reconocer que todos votamos, y que en la política la moral y la argumentación no existe.

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